jueves, junio 16, 2005
Vía Microsiervos leemos acerca de la decisión de Kodak de abandonar la producción de papel fotográfico en blanco y negro, preservando aun y no se sabe por cuanto la producción de película blanco y negro y de los productos químicos para el revelado.
Quienes crecimos encerrados en la oscuridad de una laboratorio casero, improvisado en mi caso en un baño, nos viene un cosquilleo al menos del fin de ese universo teñido de luz roja. Como siempre ocurre con los cambios tecnológicos, ya sabíamos de la muerte de estas prácticas o su reducción a grupos de profesionales. Tampoco se trata de nostalgia, hace muchos años que vendí todo el equipo y me volqué a la fotografía digital. Se trata solo de un retorno de los recuerdos de un tiempo donde casi como alquimistas buscábamos producir “la foto”.
Hace unos años escribí un prologo denominado “De Altamira al Photoshop : Transitando de las piedras al byte", sobre la historia de los cambios en la relación sujeto imágen. “ para un libro sobre Photoshop de Nora Galia , como conclusión de esta noticia va un párrafo de ese texto:
“Ver para creer”. Este dicho popular que nos remite a las raíces del empirismo y que nos señala a la percepción como un camino para validar el mundo, parece encontrar su fin en los programas de producción y retoque de imágenes como lo es el Photoshop, donde ya desprendido de la experiencia física de la óptica y de la química, las imágenes se producen en un espacio de pantalla e impulsos electrónicos. El ojo y la mirada confluyen en nuevos espacios digitales generando una nueva etapa de esta dupla que desde la ciencia al arte esta dado miles de letras de reflexión.
Herramientas como el Photoshop pueden ser pensadas como un programa más computacional que realiza retoque fotográfico o la puerta a la producción de imágenes sintéticas. Sin embargo Arlindo Machado que ha teorizado sobre las nuevas formas de producción de las imágenes sugiriendo una ruptura en la historia de la producción, hoy señala en forma mas realista lo siguiente:
“Hubo un tiempo en el que todos nosotros proclamamos la llegada de una “revolución electrónica”, un tiempo en el que los artistas, científicos y pensadores en sintonía con su época creyeron que las computadoras y las redes telemáticas constituirían ciertamente el ambiente próximo de las nuevas formas culturales, o los motivos más apremiantes para un cambio radical de los propios conceptos de arte y de cultura. Hoy, sin embargo, cuando todo es, en cierto sentido, “electrónico”, cuando escritores, pintores, compositores y fotógrafos se sientan delante de una computadora para crear sus trabajos, la mayoría de las veces para concebirlos dentro de un enfoque tradicional, tal vez haya llegado la hora de preguntar si expresiones como “cultura digital” y “arte electrónico” significan todavía alguna cosa distintiva, o si designan un campo específico de acontecimientos” [1]
Del mismo modo que la consolidación del procesador de texto planteó nuevas formas de tratamientos del texto, fue dentro de algunos límites convencionales que las prometidas conexiones a infinito de la hipertextualidad,se han reducido a complejas referencias o navegaciones bastantes standards. El tratamiento de la imagen parece recorrer un proceso parecido que oscila entre el ámbito laboral y el arte. Sin embargo el texto y la imagen van encontrando nuevos lugares a la luz de los desarrollos digitales y nuevos marcos de referencia que los alejan de la era de la imprenta y la fotografía.
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